agitada la respiración del joven mientras yacía en la cama, se sobresaltó inesperadamente con un grito desgarrador que rompió el silencio calmo y plácido de la noche, la pesadilla que le habia arrancado de su sueño le enturbiaba la mente, cual venda nublando la visión a quién la lleva alrededor de los ojos. No podía pensar en nada más que en lo que antes poseía y ahora ya no le pertenecia, se lo arrancaron de sus brazos y no pudo hacer nada para impedirlo. Sentía como si el aliento le resbalara y se le escapara irremediablemente, le costaba mucho respirar, luchó con todas sus fuerzas para inhalar una bocanada pero todo esfuerzo fué en vano, los ojos se le cerraron una vez más y volvió a caer en un profundo sueño lleno de pesadillas que le atormentaron hasta el amanecer. Cuando abrió los ojos de nuevo los primeros rayos del sol que entraban por su ventana entreabierta iluminaban tenuemente la habitación en la que se encontraba, todo estaba claro y tranquilo, la oscura y terrorifica noche había pasado, sólo le habia dejado un recuerdo amargo, y solo se le ocurria una cosa: Podía haber sido peor...
Y así es la vida tal y como la veo yo, hay momentos muy oscuros cuando uno cree que no verá nunca más brillar la luz del sol, pero la tormenta siempre da paso a la calma y el sol siempre sale de nuevo por la mañana, su curso inexorable nunca se detiene y para que amanezca de nuevo primero tiene que llegar el ocaso y con él las sombras y la oscuridad. Para que exista la luz también debe de existir su opuesta. Y cuando creamos que no saldremos del pozo siempre podemos cerrar los ojos y esperar que todo pase sin más. Porque tanto lo bueno como lo malo siempre acaba.
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