Ego // Mascotas


Mira como ha crecido, mira cuan grande se ha hecho ahora que le he dejado, mira cuan imponente se ha tornado con el tiempo, ¿quién controla a quién? ¿Soy yo el que tiene el control? ¿O es él? Mi otro yo, ese mónstruo sin forma que habita en mi corazón, ha crecido lo suficiente para arrebatarme el control en ciertas ocasiones. Él es el ejecutor de mi moral, el portador del peso de cumplir mis ambiciones y mi consciencia, entonces ¿Qué soy yo? Yo soy su creador, su imagen y su continente. Yo soy él y él soy yo, porque yo soy Ego y Ego soy yo.

(Ego: se define como la unidad dinámica que constituye el individuo consciente de su propia identidad y de su relación con el medio; es, pues, el punto de referencia de todos los fenómenos físicos. Yo en latín.) Wikipedia (R)

Cambiando de tema, ¿a quién le gusta ser tratado como una mascota o como el comodín de toda conversación o como un jarrón para decorar? Porque a mi no, me revuelve las tripas pensar que aun creyendo que puedo distinguir la hipócresia me de cuenta de que no soy capaz, creyendo que puedo confiar en alguien y resulta que solo soy su maldita obra de arte, su pequeña colección de cultura, algo que puede enseñar pero no se puede tocar. Y me doy cuenta de que tu has sido así, oh si, has sido así, me has utilizado para quedar bien, y no me apetece seguir siendo utilizado, y menos por alguien sin escrúpulos que se ha contruido una mascara para esconderse de sus temores, una máscara tan perfecta que engaña a los que pueden ver debajo, porque tu no eres lo que hay debajo, tu eres lo que se ve a simple vista, esa máscara que enseñas es lo que realmente eres: Nada.

Vuelta a casa


Me doy la vuelta, la persiana metalica de la libreria se va bajando de forma automática poco a poco, con el habitual sonido de engranajes que pone banda sonora a la pequeña galeria donde se encuentra. Empiezo a andar, me coloco bien los pantalones y la chaqueta, me cuelgo bien el bolso y busco en él los auriculares del MP3. Las calles de Gerona son realmente tranquilas a estas horas de la noche. La presentación del libro que haciamos hoy se ha alargado más de lo planeado y con ella se ha alargado mi jornada laboral. Tomo una calle peatonal solo unos doscientos metros mas abajo de la libreria, no esta pavimentada con alquitrás sinó con losas de piedra y las aceras están adornadas con metal. Hay bancos y arboles y la fria brisa de mediados de otoño me acompaña en mi paseo. Un poco más adelante encuentro el rio Onyar, no pasa mucha agua pero si te concentras lo suficiente puedes oir el ronroneo del agua circulando y el chapoteo de los peces cazando insectos en la superficie. Sigo caminando hacia delante, con la música sonando por los cascos, ahora mismo suena Since I don`t have you de los Guns'n'Roses es bastante apropiada para la ocasión. Cruzo una plaza-parking hasta la plaza dónde se encuentra el mercado de la ciudad, y al lado una estatua enorme con un león en la cumbre, no me detengo, de hecho ni me molesto en mirar la estatua, o el mercado ni tan siquiera miro a mi alrededor, no me fijo ni en la plaza, ni en los edificios colindantes, solo miro a mis pies y pienso. Tomo la calle Mitgdia (Mediodia) ésta me conducira hasta casa, pero primero tengo un largo trecho que recorrer. Al rato me detengo, siempre tomo el mismo camino y hoy voy a variar un poco, aprovechando que las rejas del parque con el mismo nombre de la calle estan abiertas me aventuraré dentro y lo cruzaré para llegar a casa, rápidamente el suelo de losas tipico de las aceras se torna en un suelo de arena, unas escaleras de madera y el sonido del agua de un estanque artificial, cruzo un pequeño puente pseudo artificial puesto que el rio que cruza es artificial, y así me siento yo en cierto modo, artificial. Salgo por la otra reja y paso por pequeñas callejuelas que no suelo tomar, otro pequeño parque, otro pasaje y finalmente llego al portal de mi casa, busco las llaves en el bolso, abro la puerta. Tomo el ascensor hasta el cuarto piso, abro la puerta de mi casa, dejo la chaqueta el bolso y las llaves en el sillón y me echo en el sofá. Aquí ha concluido un día más de mi efimera existencia, que pasará mañana no lo sé, pero lo que si sé es lo que no pasará. Buenas noches y buena suerte.