Café


Es Jueves, son las tres de la tarde y estoy tendiendo la ropa, por la mañana hacia tanto frio que he tenido que sacar el abrigo grueso y la bufanda del armario, no contaba que haria este frio aún, pero ahora luce el sol, radiante y caluroso. Son las tres y tiendo la ropa al sol. Al rato, cuando termino, recojo las pinzas que me han sobrado, las meto en la cestecita y las dejo en la cocina. Tomo el abrigo y el macuto, confirmo que las llaves estén dentro, y me lo cuelgo del hombro, me pongo los auriculares, enciendo el MP3 y salgo por la puerta. El ascensor se ha averiado, tardo mucho en darme cuenta, me limito a esperar ahi enfrente, mirando mi reflejo difuminado en las baldosas recién enceradas del suelo. Al fin salgo a la calle, he tenido que bajar caminando por las escaleras al final. Al salir por la puerta saco la cajetilla de tabaco del bolso y enciendo uno. Marcho caminando lo más rapido que puedo hasta la libreria, no hay mucho que contar del camino, el ruido de los motores, el pitido de una ambulancia, los gritos de los niños que acaban de salir del colegio y el estruendo general de una ciudad en hora punta me resultan imperceptibles a través del filtro de los auriculares, bendito MP3. He llegado antes, como casi siempre, me da tiempo de tomar un cafe en el bar, en el bar que siempre voy, está al lado de la libreria, hace ya más de un año que voy a diario a desayunar y otras muchas veces. El propietario me trae el café al trabajo los domingos si va a dar una vuelta, me gusta el trato que tengo con el personal del local. Al entrar me siento en un taburete de la barra, el bar no es grande, las lamparas cuelgan del techo, son naranjas y dan una iluminación pelucliar a la estancia, como si fuera el ocaso y el sol se pusiera a nuestro lado. Está vacio, solo hay el personal, les saludo y pido un cortado, saco el paquete de tabaco y el mechero del bolso, me enciendo un cigarro y los coloco en perfecto equilibrio encima de la barra, cuando acabo ya tengo el cortado delante de mi, saco un euro diez y lo dejo encima de la barra también, tomo el sobrecito de azucar, lo sacudo un poco y lo abro con cuidado y arrojo su contenido en la taza, el dibujo que habia dejado la leche al verterla entre el cafe se mezcla y pierde su pecularidad. Lo remuevo durante un rato, bastante largo, sigo fumando absorto en mis pensamientos, de repente miro el reloj, son las cuatro menos tres. Me tomo el café de un trago, le señalo a la camarera el dinero de la barra y digo adiós en algun idioma extranjero. Es jueves y mañana empiezan las fiestas de Gerona, necesitare mucho café para sobrellevarlas. Au revoire!