Lo que nunca te diré


Por los altavoces suena "Romeo & Juliet" de los Dire Straits, los acordes de la guitarra se funden con las campanadas de la iglesia del Mercadal. La libreria huele a mimosa y a café. Ayer le pedí a una chica que entró en la libreria con un ramo de esta hermosa planta un cachito y el propietario del bar al que siempre voy a desayunar se ha acordado de mi y me ha traido un café con leche, su gran contribución a que mis mañanas de domingo sean más agradables y llevaderas.

Hace un par de horas salí de casa para dirigirme al trabajo, no miré por la ventana antes de salir. Puede sonar un poco raro pero prefiero descubrir la temperatura, el color del cielo, el viento y la lluvia, si la hay, una vez estoy ya en la calle. No me crucé con nadie o casi nadie en mi camino hasta aquí, los domingos por la mañana Girona parece un cementerio, el silencio es casi absoluto, si te concentras puedes oir el viento circulando por las calles. El olor anodino que el alquitrán, el aceite y el humo que los coches han dejado durante la semana impregna el ambiente, pero ese olor, ese ambiente y esa soledad no me molestan en absoluto.

Anoche, hará unas diez horas cuando me metí en la cama para intentar dormir me resultó muy dificil conciliar el sueño, no me podia quitar tu rostro de mi mente, no me podia quitar de la cabeza todas esas cosas que nunca te he dicho y no creo que te las diga nunca, no es que no tenga ganas, ni tampoco es que no me atreva, ni tampoco es que no te merezcas que te las diga. Pero temo que al hablar de ello, esa cosa mágica que flota en el aire entre nosotros, tan pura, tan clara, tan frágil, se rompa en mil pedazos, que se detenga la música, que se apaguen las luces, que se baje el telón.

Hace una semana fuí a la feria de un pequeño pueblo, Crespià que así es como se llama, la feria de la miel, paradojicamente en ésta feria de "la miel" no habia ninguna parada con tarros de miel a la hora que yo fuí. Eran las tres del mediodia del domingo pasado, el sol estaba radiante, el olor de dulces, embutidos y queso inundaba la suave brisa fresca que corria por las estrechas calles. Una de las paradas vendia artilugios hechos con madera, pintados de colores llamativos, entre ellos una pinza para el pelo con la forma de un tridente, de color verde llamativo, con una estrella grabada, pensé en ti. En esa parada te compre esa pinza para el pelo, pero nunca he llegado a dártela, ni creo que nunca lo haga, aún la tengo aquí, el el bolsillo interior de la chaqueta.

Hace diez meses mi pasado me había abandonado, llevándose con él mi presente y mi futuro. Mi día a día se volvio gris, a ratos blanco, casi siempre negro, tardé casi ocho meses en darme cuenta de que no todo estaba perdido. Tardé dos meses más en darme cuenta de que nada estaba realmente perdido. Y te debo la mayor parte del progreso de los últimos dos meses, tu sonrisa tímida, tu mirada càlida, tu voz clara. Y cada vez que te veo me inundan las ganas de darte las gracias, gracias por tan solo estar ahí, a mi lado, charlando. Pero eso no es lo que quiero decirte y que no te voy a decir nunca, porque nunca podré sintetizar en una frase todo lo que siento.



La letra de la canción

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